El latido del tiempo
- Cyndi Viscellino Huergo
- 26 ago 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 4 sept 2019
Hace un tiempo atrás estuve al menos un mes y medio sintiendo un cambio en mí operando de tal forma que parecía ser...natural.
¿Qué es natural? ¿Acaso todo lo que proviene de mí, lo que elijo, lo que creo que no elijo, lo que privilegio, lo que postergo, no es también parte de la naturalidad de mi devenir?
En aquel momento contacté con lo que siento como el centro de mi "galaxia", lo más "yo" de "mí". O al menos es lo que creo que eso es hoy. En este devenir, sé que este "yo" de "mí" mutará. De hecho eso espero, porque ese "yo" de "mí" es lo que siento como manteniéndose estático e inmutable desde que recuerdo.
Y yo recuerdo desde mucho (no, no...no me olvidé el "hace").
Viajar por el tiempo, a través del tiempo, a lo largo del tiempo no es algo que esté reservado sólo para la ciencia ficción. Yo estoy abocada a viajes espacio-temporales y es algo que recomiendo como medida de facilitación e ingreso al autoconocimiento. Enfocarme en mis sensaciones, percepciones, corporalidad me da acceso a la increíble máquina del tiempo. Un espacio-tiempo diferente se abre en mí.
Lo que a mí me resulta interesante es que no viajo solamente con mis ideas y pensamientos, mis emociones y sensaciones, sino con mi existencia tal y como la conozco. Poder darme cuenta de la multidimensionalidad, las capas y los niveles de mi estar, abre puertas a este y otros mundos simultáneos, aquí y ahora.
Y ¿qué pasa cuando pasado, presente y futuro se unen en este instante, de modo consciente, para hacerme saber que las posibilidades frente a mí, EN MÍ, son infinitas...?
El vértigo de poder elegir entre tantas (¿ilimitadas?) posibilidades me aturde. A veces, no siempre.
El centro de mi galaxia está latiendo, bregando por expandirse en un big bang de potencialidades impensables, más allá de mi razón, trascendiendo las fronteras comprensibles y aprehensibles de mi intelecto. Aún así, mi centro late, mi centro está recuperando energía que está y/o estaba atrapada en otros niveles, ya caducos que parecen no tener funcionalidad hoy. O mejor dicho, en otros niveles creados para almacenar temporariamente esa energía destinada desde el inicio a mi centro pero que sufrió un desvío inesperado tiempos ha.
Tiempos ha.
Para poder rediseñar mi mapa de caminos y niveles, necesito hacer una pausa. Detenerme. Enfocarme. Sentirme con compasión infinita.
Así puedo observar que viví caminando desvíos que creí que eran el camino principal y transitando caminos que, todas las veces, se han esforzado en mostrarme que el regreso al cauce original, al que estaba destinado a ser y no fue, es posible.
Al que todavía es, aunque inmaduro, detenido, frío y escarchado. O así lo siento en este momento.
Cuando logro no hacer nada excepto sentirme compasivamente, cuando me permito enfocarme en la percepción de lo que toda yo estoy intentando decirme, elijo vivir para descubrir que todos los desvíos son intentos por resucitar mi "yo" de "mí".
De este modo, toda la fuerza de la energía almacenada en aquellos niveles comienza a correr en el cauce fluido de lo que está diseñado para que yo sea en este momento presente. Se reconfigura, valorando el sentido de los desvíos oportunos y apreciando el sentido que tiene reencauzar.
Mientras acepto esto con una sonrisa en los labios se despliega ante mí la posibilidad de vivir para plenificarme, ramificarme, explosionarme, fisionarme, confluirme, fusionarme, reintegrarme, transmutarme.
El tiempo no se pierde, al tiempo no lo pierdo. Yo lo creo. Lo genero. Puedo adelantarlo en ansiedad, puedo retrasarlo en nostalgia y melancolía, puedo rebobinarlo en recuerdos de distintas cualidades.
Puedo hacer que lo que sucedió ya no sucede, y viceversa.
Puedo ser la otra versión de mí.
No, esa no...la otra, la que está allá.
O mejor aún, la que está hoy, acá.
Cyndi Viscellino Huergo © 2019 Todos los derechos reservados

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