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¿Omnipotencia u omnipoder?

  • Foto del escritor: Cyndi Viscellino Huergo
    Cyndi Viscellino Huergo
  • 23 mar 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 24 mar 2020

La Real Academia Española, en su Edición del Tricentenario, define a una persona omnipotente, en su segunda acepción, como aquella que puede muchísimo.

La primera acepción la reserva a Dios, que "todo lo puede".

En cambio, parece que no existe la persona "omnipoderosa" para la Lengua. Porque "poderosa" refiere a una persona que tiene fácil la facultad o potencia de hacer algo; tiene fácil el tiempo o lugar de hacer algo y/o que aguanta o soporta a algo o a alquien que producen rechazo (¿sólo a mí me vino la cuarentena a la mente con todas estas definiciones?). Entonces, no podemos hablar de "omni" (que está relacionado con la totalidad) porque estaría anulando el significado original de ser "poderoso/a/e".

Lo que podemos y cuánto es algo que está subyaciendo -y no tanto- en estos días de tener que quedarnos en casa. Miedos, ansiedades, angustias, frustraciones, enojos están apareciendo de manera más detectable en muchas personas frente a la necesidad y obligatoriedad de permanecer encerradas y "quietas", sin poder hacer -al menos en términos de lo habitual-, a merced de aquello que nos acorrala. Se acalla la cotidianeidad, se trastornan los hábitos, está en "off" el botón de "automático" en nuestras vidas. Se apagó el motor de la heladera y escuchamos el silencio. No sabíamos cuánto nos molestaba hasta que dejó de estar allí. Todo lo que percibimos, tal y como lo percibimos, cambia.

Leí en varios lugares durante todos estos días que la Naturaleza nos está mostrando que no somos omnipotentes. Pero sí poderosxs. Y entonces, en un juego de palabras me digo que no somos omnipotentes desde la primera acepción del diccionario, pero sí desde la segunda; sí podemos muchísimo.

Sí podemos.

Muchísimo.

El desafío parece ser, por lo tanto, qué elegimos poder tanto y si hacemos uso o abuso del poder que tenemos como individuos y como especie.

Me levanto esta mañana, preparo unos mates, me siento frente a la ventana abierta de mi sala, veo un cielo diáfano y celeste, un sol cálido de este otoño recién estrenado, escucho el silencio de mi calle vacía. Solamente algún que otro transeúnte solitario que va con una bolsa de compras, y alguien que tiene que salir a trabajar para que nosotrxs estemos segurxs, adentro. Pienso en el señor del comercio de alimentos, el barrendero que acaba de aparecer a la vuelta de la esquina, la chica con el ambo del hospital caminando alguna calle para tomar la guardia, el patrullero que circula lentamente, el personal de la farmacia, la moto o la bici del delivery que andará más tarde por esta misma senda. Ellos pueden mucho. Están pudiendo para que aquellxs que sentimos que no podemos no nos sintamos tan impotentes ni desoladxs ni aisladxs.

Me recuerdo que nosotrxs también podemos mucho: podemos revisar nuestras agendas de vida, nuestros logros hasta el momento, qué queremos o necesitamos cambiar para estar mejor. Podemos seguir apoyando a los que están afuera, aplaudiendo por las noches, sí. Poniendo música en el vecindario, sí. Haciendo videollamadas para que lxs que están solxs en sus casas sepan que no es tan así, que siempre hay alguien, sí.

Quedándonos en casa a menos que sea imprescindible salir, sí.

Desde este lugar, todxs somos omni-potentes. TODXS podemos.

Es un gran momento para apropiarnos de nuestro poder personal para ser mejores también en el colectivo. Esta vez, más que nunca, queda en evidencia que no podemos estar echándole la culpa de todo a esa otra persona que designemos para responsabilizarla según el caso: mi pareja, mi jefe, la empresa, el gobierno, mis hijos, la policía, mis hermanas, mi amigue, el vecino...quien sea. Ahora, más que nunca, la situación nos está poniendo de frente con nuestra responsabilidad individual y cómo el no asumirla impacta en la sociedad que constituimos, las instituciones que creamos y la cultura que gestamos.

Y para aquellxs que están en estos momentos con miedos, ansiedades, angustias, frustraciones, enojos, me gustaría decirles que también siento miedo y ansiedad frente a la incertidumbre y lo desconocido. Que me frustra y enoja, justamente, no poder. O creer que no puedo. O no poder de verdad y soltar. Aceptar que Otrx es quien puede eso que yo no

y confiar en su potencialidad y poder. De cada una de esas emociones he aprendido y sigo aprendiendo; son aliadas irremplazables de mi re-descubrimiento y mi crecimiento.

Gracias por entrar a leer esta reflexión y llegar hasta acá.

¿Un matecito virtual? Está recién hecho.

Cyndi Viscellino Huergo © 2020 Todos los derechos reservados

 
 
 

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