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Oda a lo siniestro

  • Foto del escritor: Cyndi Viscellino Huergo
    Cyndi Viscellino Huergo
  • 11 may 2020
  • 2 Min. de lectura

Es sensible. Es vulnerable. Domina el arte de las artes. Sostiene, hasta el dolor, la carga de ser relegado por lo más pragmático, lógico y calculado. Escucha discursos explicativos que lo anudan, lo enredan, lo confunden. Se contrae, frunciendo el ceño y el cuello, tratando de hablar en su propio idioma hecho de metáforas, imágenes e intuición. Carga con el pasado, la historia, la mala fama. Entiende de poder y poderes, de dominación y sumisión, de alegorías y emociones. Guarda secretos como nadie.


Es dejado de lado, siniestramente, muchas veces menospreciado y mayormente inentendido. Comulga con las circunstancias y los enigmas, danza con surrealistas y faunos, libra batallas en tiempos simultáneos. Grita sin cesar, bregando por ser escuchado a como dé lugar, sabiendo de su sabiduría incomprendida y desdeñada. Posee las claves que lo abren casi todo; es tal su capacidad para dar respuestas que muchos no quieren escucharlas, por la contundencia y veracidad que conllevan. Es paciente, observa cómo lo complejo todo lo complejiza, ignorando lo simple de su simpleza.


Es directo. Da golpes impetuosos, inolvidables, irreversibles, incontestables. Captura una energía que desea liberar, que elegiría no poseer, que anhela donar. Sorprende, acciona categórico y lo toma todo, aplastando y desterrando a ese aliado que se ha transformado en enemigo a costa de tanta insistencia en tener razón. Sabe que las razones se entrelazan con la imprevisibilidad de las cosas llenas del sentido que domina.


Recuerda los orígenes, cuando todavía no era acusado, juzgado y condenado sin posibilidad de defensa, sin haber cometido ningún delito. Se retuerce cuando el enemigo calla, llamando la atención hasta el cansancio. Agota las posibilidades porque sabe que cuando aseste el golpe, será irremediablemente visto o duramente enmudecido. Se la juega, a todo o nada; no conoce otra forma después de tanta desidia.


No entiende en qué momento se volvió demonio.

Su mala fama llevó incluso a obligarlo a ser diestro para no convertirse en infame y maldito.

Espera el reconocimiento amoroso que merece.

Él. El distinto.

El siniestro.


El lado izquierdo.


Cyndi Viscellino Huergo © 2020 Todos los derechos reservados

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