Empatía y cuarentena. Combo desafiante.
- Cyndi Viscellino Huergo
- 30 abr 2020
- 3 Min. de lectura
Para aquellos que nos dedicamos a acompañar personas psicológica y emocionalmente desde la filosofía humanista del Enfoque Centrado en la Persona (ECP) la empatía es, junto con la consideración positiva incondicional y la congruencia, una actitud que requiere de ser ejercida y ejercitada de manera consciente y permanente.
Esta excepcional situación de pandemia nos coloca a los profesionales de la ayuda dentro de una oportunidad única, rica y desafiante de habitar la empatía de un modo novísimo: es la primera vez que tanto consultante como profesional estamos dentro del mismo paisaje afectados por sus impactos, aún cuando lo transitemos desde nuestro personalísimo punto de vista.
Para mí, esta situación nos pone en un lugar incomparable. Cada consultante transita por estados varios que fluctúan entre la ansiedad, la frustración, el aburrimiento, el estrés, la revalorización, la preocupación, la desesperación, el agradecimiento, la apatía, el insomnio, la tristeza, la incertidumbre, la melancolía, el enojo, la inquietud, la molestia...muchas de ellas a veces en el transcurso de un solo día y en simultáneo. Estas son algunas de las emociones más nombradas por los clientes, mayormente ocasionadas y/o potenciadas por esta cuarentena.
El confinamiento físico dinamiza el contacto con nuestra propia corporalidad y, por lo tanto, con nuestras sensaciones y emociones de un modo singular. Y aquellos que nos dedicamos a acompañar estos estados estamos transitándolos también en tiempo simultáneo y real junto con nuestros consultantes.
Sabemos que la empatía consiste en la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente participar cercanamente en los sentimientos de otra persona. Solemos hablar de "ponernos en los zapatos" del otro, intentar habitar su experiencia como si fuese la nuestra. Intentar comprender su sentir desde su propio marco de referencia. En mis representaciones mentales, suelo decir que es sumergirme en su océano y bucear juntos en sus aguas. Una invitación privilegiada y sagrada.
Salvo que esta vez, el "como si" por momentos puede evaporarse y puedo llegar a sentir que estoy en mi propio océano. Hay una delgadísima línea entre la empatía y la simpatía, especialmente cuando los océanos están tan conectados.
Esta oportunidad es extraordinaria para comprender empáticamente, mejor que nunca, el marco de referencia de la persona frente a nosotros. Si somos capaces de permanecer recordando que ese océano no es el nuestro aunque lo parezca, los tesoros sumergidos que tenemos el privilegio de descubrir juntos hacen toda la diferencia. La experiencia magnífica de los descubrimientos ensancha, embellece, refuerza y consolida el puente de contacto entre el consultante y nosotros.
En esta ocasión tan particular, una tercera cosa sucede. Al menos a mí me está sucediendo: como los océanos se unen en un punto en donde lo ajeno pasa a ser propio con extrema facilidad, gracias a mis consultantes también estoy descubriendo tesoros propios casi en simultáneo con él o ella. También estoy experimentando más cantidad de momentos Yo-Tú, según lo descripto por Martín Buber, momentos de expansión de conciencia ("darme cuenta") contundentes y frecuentes y siento mi corazón más abierto. Al fin de cuentas, el puente es bidireccional; esa anchura y esa belleza también están a mi disposición.
Y todo esto está sucediendo en encuentros virtuales, cuya modalidad en sí misma, ha sido todo un desafío para más de una persona.
En esta circunstancia, compartir algunas de mis auto-resonancias parece favorecer la experiencia en el/la consultante. Aunque confieso que también es un desafío de congruencia para mí registrar que, en ciertas ocasiones, mi experiencia de la cuarentena es muy distinta de la persona frente a mí: me hallo tranquila, disfrutando, relajada. La empatía, en estos casos, viene a mi rescate y me re-centra en la congruencia: recibirme en mi experiencia (con auto-empatía) allana mi camino a ser un poco más congruente y retomar el buceo en el océano de la persona frente a mí de una manera más comprensiva y presente.
Sigo revisando lo que está pasándome en esta cuarentena mientras tengo el privilegio de acompañar seres humanos comprometidos con su bienestar físico, mental y emocional. Me resulta imprescindible estar atenta a mi propia experiencia en este momento global. No puedo ofrecer cuidado si no me cuido. Así pues, mi propio espacio de proceso terapéutico, la supervisión profesional, el compartir con colegas y amigos son bastiones fundamentales para poder seguir adelante.
Estoy entusiasmada con ir siendo testigo y protagonista de esta modificación vincular nodal en nuestra humanidad. Y hoy, más que nunca, me apoyo en la filosofía que adscribe a la creencia que somos potencia, que nos movemos siempre hacia el desarrollo de nuestra mejor versión, cualquiera sea la circunstancia.
Cyndi Viscellino Huergo © 2020 Todos los derechos reservados

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