Buenos Ayres sans mer

Buenos Aires, ciudad abierta, hostil, reminiscente, perezosa. De fugaces lunas azules y cielos esparcidos en la nada.

¡Cuán lejos de mí estás! ¡En qué forma egoísta te mostrás absorbente y calurosa, rigurosa y parca! ¡Cuán extremadamente inhóspita podés ser!

Se me hace familiar tu idea. El amparo se extiende por todas partes, como un caparazón gigante de hierro forjado a mano. Te hacés grande en la plenitud de lo inexplorado.

Mi percepción se agudiza, mi empatía empuja por desarrollarse, insegura, hacia gentes desconocidas. ¿Destino? ¿Lógica? ¿Vida? Mi historia recorre tus calles y te marca con una cuña imperdonable de existencia que otra historia, otra cuña se encargarán de modificar, labrar, esculpir. Pero no destruir. La esencia de quienes somos, vos y yo, en verdad no se destruye.

Te nombro, Buenos Ayres. Inamovible entre árboles frondosos y quejas eternas. Te nombro, deseándote en mis pulmones, circulando por mis vasos, imaginándote en mis sentidos.

Latiéndote dulcemente.

Cyndi Viscellino Huergo © 2019 Todos los derechos reservados

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